jueves, 11 de septiembre de 2014

Manos de Marfil

Desplazo mis dedos sobre tu cuerpo y te acaricio lentamente, sintiendo la más maravillosa música jamás interpretada. Te recorro sigilosamente, en busca de bemoles y sostenidos, de armonías arquitectónicas, de melodías imposibles.

Te beso con mis manos, nota por nota, acorde por acorde, improvisando -como casi siempre-, persiguiendo la incomprensión de las composiciones heterodoxas, dejando los prejuicios de lado. Tus sonidos me atrapan. Tus notas me sumergen en un mar de futuro, como si salieran de tu alma con el simple propósito de mantenerme buceando en ese océano calmo y tempestuoso, breve y eterno.


Y mis manos sin tu cuerpo no existen, y tu cuerpo sin mis manos no suena. Y ambas juegan sin miedo, expresándose, descubriendo sonidos tiernos y oscuros a la vez, y así sucesivamente, siempre soñando con alcanzar la perfección, con lograr una obra maestra digna de tu belleza romántica.


Alejandro Di Donato