En septiembre de 2016, dos mujeres fueron discriminadas “por
lesbianas” en el Café La Biela (Recoleta) y expulsadas del lugar. Un encargado
se excusó afirmando: “con una pareja normal hubiéramos hecho lo mismo”. Las
palabras “expulsión” y “exclusión” se entraman. La respuesta del colectivo
LGBTI, de las organizaciones de Derechos Humanos, así como también de una gran
cantidad de autoconvocadxs, no tardó en hacerse oír -y ver-. El lunes 5 de
septiembre hubo "tortazo" en La Biela. Hubo quienes se manifestaron a
favor y en contra de la manifestación. Pocxs se llamaron a silencio.
Acá estamos, otra vez, en el punto de partida. Necochea, enero
2017. Policías y civiles hicieron "un llamado a la moral" a tres
mujeres que tomaban sol en la playa sin la parte de arriba de la bikini. Las
palabras “moral” y “normal” se entraman nuevamente en discursos internalizados.
Las respuesta fue el llamado a #Tetazos por todo el país. El punto cúlmine, a
donde sí llegan todas las cámaras, fue en el Obelisco. La figura de un
patrullero “tomado” por las pibas, se llevó más miradas y reflexiones que todo
lo demás. Hubo quienes se manifestaron a favor y en contra. Pocxs se llamaron a
silencio.
Tanto en una imagen como en la otra, el llamado a silencio es sumamente relativo. El silencio siempre es políticamente correcto, así como estos reclamos parecieran políticamente incorrectos. Pero, ¿qué es lo que se juega con los a favor y con los en contra?
Representaciones de lo que debemos ser y hacer, en este caso como
mujeres.
Los últimos dos años vienen siendo altamente movilizadores. Allá por 2015, la
primera marcha de #NiUnaMenos, en junio, dio propulsión para lo que fue el
multitudinario Encuentro de Mujeres en Mar del Plata ese mismo año. Sumado al
Encuentro de Rosario, en 2016. Y el primer paro de mujeres, con "la marcha
de los paraguas”, el pasado 19 de octubre. Esto y aquello no solo logró “ponernos
en agenda”, colándonos por los medios hegemónicos, sino también -y sobre todas
la cosas- consiguió ponernos en nuestra propia agenda. Nos fuimos permitiendo pensarnos
a nosotras mismas. Aun cuando incomodara, aun cuando no se tuvieran ganas. Aun
cuando se repudiasen las consignas, aun cuando se sintiera que todo esto en
nada nos representa. No hay linealidad. Por momentos todo se vuelve confuso.
Porque, más allá de las discusiones, nos estamos repensando. Aún aquellas que
sienten que no, que nada tiene que ver con ellas.
A la consigna de lucha por nuestras vidas y libertades, que nadie pareciera
poder rebatir, se suman otras consignas vinculadas al poder de decisión de
nuestros cuerpos: ya sea en torno del aborto o del reclamo de derechos de la
comunidad LGBTI.
Lo políticamente correcto se mezcla con lo que parecería no serlo para el “buen”
sentido común imperante.
Mujeres que por primera vez salen a reclamar sus derechos, a partir del reclamo
por nada más y nada menos que la propia vida, se mezclan con movimientos
históricos feministas que les hablan de patriarcado. El silencio de unas en una
marcha con pancartas en mano y la necesidad de hacerse ver y de copar las
calles, se cruza con patrulleros tomados o paredes pintadas en otras esquinas.
Voces autorizadas desde la militancia, la academia o el quehacer doméstico, se
viralizan para decir su verdad. Para afirmarse a sí mismas desde sus propias
afirmaciones.
Algunas con más manejo de conceptos, otras con las inquietudes de la lucha,
otras con sus aquello que la vida les enseñó. Todas tienen algo que decir.
Incluso las que nada dicen. Incluso las que se quedan en sus casas.
Algo se está poniendo en juego todo el tiempo. En primera instancia nuestra
vida, claro. Pero hay algo más en el plano discursivo. Cuando se preguntan ¿Por
qué #NiUnaMenos y no #NadieMenos?; cuando dudamos si los hombres pueden o no acompañarnos
en nuestros reclamos; cuando se cuestiona o se abraza la “esencia” maternal de
nuestros cuerpos o se reafirman nuestros deseos y orientaciones sexuales. Por
allí dirán “la teta que molesta es la que no se vende”, y por acá “buscá otra
excusa para estar en tetas, luchá por el cáncer de mama”.
En ese ida y vuelta, lo que se da es la construcción de nuestras propias
representaciones. Lo tragicómico parecería ser que no tenemos que pararnos
contra los hombres para afirmarnos, sino frente y entre nosotras mismas.
¿Herencia que el patriarcado nos dejó, o potencial para pensarnos en la
pluralidad?
El ser mujer (sólo como una manera de decir, por nombrarnos de alguna forma) es
una representación de lo que parecería que tenemos que ser y hacer. Pero no
sólo es eso, sino también -y fundamentalmente- el proceso por el que esa
representación va tomando forma. Ser mujer es el proceso mediante el cual vamos
pensando en cómo debemos serlo y hacerlo. Pocos momentos como los que corren-
funcionaron como tan claro ejemplo de esta afirmación.
En este sentido, la toma de conciencia sobre lo social y sus consecuentes
relaciones de poder que atraviesan el ser mujer, no se puede pensar "desde
afuera". Es decir, se vuelve ilusorio pensar el ser mujer (criticar es efecto),
por fuera de nuestra corporalidad y las relaciones sociales (“de producción”,
podríamos agregar) que nos atraviesan. Aun cuando intentamos destejer los hilos
que nos enmarañan, no podemos levitar sobre ellos.
Podemos pensar que el género como proceso del efecto del ser mujer es también
una auto-representación. Al tiempo que vamos siendo mujeres en este proceso,
nos representamos a nosotras mismas.[1]
La masificación de las convocatorias, ya sean marchas o los
encuentros de mujeres, deberían abrirnos las puertas a nuevos interrogantes
dentro de los feminismos, que lejos de plantear nuevas fracciones nos potencien
en nuevas expectativas pero sobre todo tolerancias a nuestras diversas,
complejas y contradictorias formas de ser mujer.
De tortazos y tetazos venimos debatiendo. Mientras tanto nos
siguen matando.
Una cada 30 hs. Sin importar si anda en tetas o si es torta.
Dicen que el próximo 8 de Marzo haremos temblar la tierra. Para
eso necesitamos a las que están a favor y las que están en contra. Sobre todo a
las que se quedan en silencio.
Para seguir pensándonos. Para seguir poniéndonos en agendas ajenas
pero sobre todo propias. Para seguir siendo. Vivas y Libres.
Las de Tortazos y las de Tetazos. Y todas las demás.
[1] Reflexiones en línea con Teresa de Lauteris: http://wiki.medialab-prado.es/images/b/b0/La_tech_del_genero_Delauretis.pdf
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