¿Cómo abordar lo real, si
justamente es aquello que resiste a la representación? ¿Cómo franquear los
límites del lenguaje a través del lenguaje?
La propuesta de Facundo Di Cuollo
es abordar la complejidad de temáticas como el tiempo, la muerte, el sinsentido
y el horror, recorriendo el linde significante a partir del recurso simbólico,
advirtiéndonos siempre que este abismo nunca podrá obturarse completamente. Sin
embargo, es justamente esta consciencia de imposibilidad, de permanencia en lo
negativo, lo que posibilita el surgimiento del sujeto en cada interpretación,
es lo que tracciona al lector a la creación de significados propios para
interpretar y construirse en el devenir de cada historia.
Bajo el semblante de
multiplicidad, los once relatos confluyen bajo una trama en común, cuyo
protagonista es el conflicto mismo. Conflicto inherente a estar amarrados a la
vida y a la palabra. "Todas las historias son una misma historia", es
así como Facundo Di Cuollo nos invita a un tipo de lectura (entre muchas
posibles) en gestalt.
Eros y Thánatos en tensión dialéctica se ponen de
manifiesto en los títulos: "La increíble historia de María E." y
“Druidesse". En ambas, lejos de encontrar una síntesis, la contradicción
se presenta infranqueable.
La brecha que ya se encontraba
presente en su obra anterior ("Contingencias – Una Novela Punk") es
retomada en la presente obra, "El gato no volvió". Sin embargo, en su
primera novela el conflicto es yugulado mediante el concepto de “eterno retorno”,
donde la vida y la muerte pasan a ser conceptualizados como dos caras de la
misma “moneda cósmica”, donde una sigue a la otra en un ciclo constante e
ininterrumpido, y esta maniobra concede al lector la esperanza de un porvenir
después de la caducidad del cuerpo.
Este recurso se muestra incapaz -en
el presente título- de sobrevivir a los avatares de lo real, y Thánatos logra
imponerse, ya que, al fin y al cabo, el gato no volvió -ni volverá-.
“La increíble historia de María
E.”, asimismo, horada poéticamente en la dinámica del deseo, donde la
imposibilidad de encontrar satisfacción plena, producto de la prohibición,
asienta las bases de la pulsión en constante devenir.
La tensión entre la vida y la
muerte es abordada en el cuento "El hijo del vampiro" a partir del
concepto de “goce”, placer que se complace en el dolor -dolor infinitamente placentero-, espacio que excede el principio
del placer; mientras que la discontinuidad entre la cosa en sí y el universo
simbólico es plasmada en "El enigma del genio" donde incisivamente
pone al descubierto las limitaciones del lenguaje para abordar la realidad en
su totalidad (si es que existe la cosa en sí más allá de la interpretación),
quedando por fuera un resto de realidad del que somos incapaces de pensar,
aquello traumático que resiste a nuestros recursos simbólicos e imaginarios.
Lo real, el sinsentido y la
angustia ante lo siniestro se vislumbran sin filtros en “27 de mayo” y “El equipaje”. En ambas historias,
Facundo Di Cuollo insta al lector a tomar posición y responsabilidad ante el
costado más oscuro de nuestra historia, comprometiéndose a mantener vivo
aquello que NO PODEMOS OLVIDAR. Como
sostiene Eduardo Galeano: “El miedo seca la boca, moja las manos y mutila. El
miedo de saber nos condena a la ignorancia; el miedo de hacer nos reduce a la
impotencia. La dictadura militar, miedo de escuchar, miedo de decir, nos
convierte en sordomudos. Ahora la democracia, que tiene miedo de recordar, nos
enferma de amnesia; pero no se necesita ser Sigmund Freud para saber que no hay
alfombra que pueda ocultar la basura de la memoria” (E. Galeano, “El libro de
los abrazos”).
Lo ominoso es convocado en
"Intransigencia", "El equívoco" y "El perro de
madera", donde lo conocido y familiar es subvertido en territorios ajenos
e irreconocibles. La noción se exhibe sagazmente en este último relato, en el
momento en que aquello estático y presumible se trastoca en algo cambiante e
impredeciblemente vivo, mientras que el horror
y la muerte se filtran en la cotidianeidad de los dos primeros relatos
nombrados.
La frontera entre ficción y realidad trastabilla en los relatos
"Siempre me gustaron los pájaros" y “Katabasis”, a partir de los
cuales aquello que debiera ser no se cumple, para dar paso a lo maravilloso,
que invita al asombro ante la imprevisibilidad de la vida misma.
El lenguaje metafórico de los
relatos -con toda su ambigüedad simbólica- posibilita abrir el juego de
interpretación, y, lejos de coagular significados, abren un espacio al lector
para pensar e interpelar significados propios.
me encanta facuu y sus lecturas de otros mundos
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura, Juli!
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