¿De cuánto constaba la jornada laboral?
La jornada laboral era de ocho horas, y
supuestamente teníamos que tener un descanso de media hora. La empresa te lo
cortaba a quince minutos. O la mayoría de los días, no lo daba. El trabajo era
mayormente parado. Reponiendo, atendiendo en la caja o limpiando. Con tiempos
que iban poniendo ellos, midiendo. Todo programado. Tenés quince minutos para
una cosa. Quince para la otra. El descanso era una mala palabra. Una pérdida de
tiempo.
Vos estabas estudiando. ¿Te daban los
días para rendir examen?
No. No se podía.
¿Si estabas enferma y tenías que hacer
reposo?
No, si vos tenías movilidad tenías que ir
a la enfermería de Avellaneda o de capital y moverte vos. Yo tuve que ir
fracturada a esos lugares porque no te mandaban un doctor a no ser que estés
inmovilizada, en silla de ruedas. Yo, fracturada del pie, tuve que ir.
¿Esa lesión fue dentro del trabajo?
¿La fractura? Dentro del trabajo.
¿Y el tema de la ART?
Por ART no te pasaban nada. Era toda
culpa tuya.
¿Cómo fue tu accidente?
Yo estaba entrando un carro que tiene una
base con cuatro ruedas que tiene dos laterales. Está llena de mercadería
adentro. Lo único que la sostiene es una envoltura de film. Yo sola la agarraba
con las manos de los laterales. Había que empujar hacia adelante y sacarla del
depósito hacia el salón, que es donde
están las góndolas, y reponerlas. A ese carro le faltaba una rueda. Ese carro
se me vino encima del pie, del lado que no tenía la rueda. Se me fracturaron
los dedos del pie.
¿Tenías dispositivos de seguridad?
¿Borceguíes?
No, zapatillas de nosotros. No teníamos
escalera. Para reponer alto, nos subíamos arriba de cajones de cerveza. Así,
todo atado con alambre.
Este podría
ser el relato de muchos entre tantos jóvenes que laburan en forma precaria
dentro de las más diversas instituciones. Pero es parte de la historia en
primera persona de Josefina. Palabras que resuenan en los cuerpos de muchos que
no se animan a darle presencia.
Hace algunas
semanas, tras ser despedida de un Supermercado Día, Jose se anima a escribir una nota que es difundida por Izquierda Diario[1]. Luego
de leerla, nos ponemos en contacto con ella para seguir visibilizando su caso,
solo como excusa para hablar -en tiempos en que la meritocracia está a flor de
piel, el estado subsidia a Mc Donald’s y los editoriales de La Nación hacen un
llamamiento a volver a poner sobre el tapete de la discusión pública la
flexibilización laboral[2]-
sobre esto tan tristemente naturalizado que es la precariedad laboral en los
jóvenes. Precariedad que se expresa en los márgenes entre lo legal y lo ilegal.
En lo que un sistema injusto en su esencia habilita a viva voz o naturaliza en
el silencio.
Lo que contás en la nota
puede resumirse en la frase “En Supermercado
Día nadie sale ileso ni se jubila” ¿Cómo salió esa frase?
En realidad no tiene ningún
sentido poético. Es la verdad, en Día nadie sale ileso. La mayoría de los que
salen o se retiran de la empresa es mediante problemas psicológicos o
corporales, que los obligan a retirarse. Los que perduran es por necesidad
laboral. No creo que nadie trabaje por placer bajo presión Y jubilarse…no, la verdad es que no se jubila
nadie. Llega un momento que tenés determinados dolores de espalda. Lo vas
informando, porque a veces no das más. Ahí es como que te toman de punto y estás
marcado como para ser el próximo en irte. O te culpan de algo para que te
vayas. En realidad es eso: no cuidar a los empleados. Es un proceso de
descarte.
¿Vos ingresás a Supermecados
Día por un convenio mientras estabas en la escuela?
Sí, yo iba a la Secundaria.
A través de la escuela, una persona de Recursos Humanos de Día nos hacía unas
entrevistas. Obviamente, nosotros no teníamos experiencia. Era para tener
nuestra primera experiencia. La idea estaba buena, bien planteada. Pero después
ellos no cumplían con lo que habían dicho.
¿Qué edad tenías cuando
ingresaste?
En ese momento, 16 años.
Trabajé un año y medio. Tres contratos de tres meses. Después cumplí la mayoría
de edad y no pude seguir con los contratos porque ya no estaba en la Secundaria.
Me dejaron recomendada y después al tiempito me volvieron a llamar. Ahí estuve
cinco años y después me echaron.
Me dijeron que no daban
los números, que no podían mantener la empresa, que la situación del país y de
la empresa eran malas. Y junto con un compañero mío que entramos por la misma
época, nos dijeron que nos tenían que desvincular de la empresa. Pero que no
tenían la plata para pagarnos lo que nos correspondía y que ellos iban a mediar
un arreglo. Como condición, nosotros teníamos que renunciar y nos ofrecían una
carta de recomendación y todos los chiches para que nos vayamos contentos.
Me inventaron una causa
al no aceptar la plata que me ofrecían.
¿Tu abogado qué dice?
Mi abogado me pone todas
las fichas. Porque tengo evaluaciones de desempeño que nos hacían
periódicamente. Tengo testigos que avalan que yo trabajaba bien, que daba una
buena atención al cliente. Que reponía bien. Que era una chica activa. La causa
inventada es que no pedía la tarjeta Día ni pedía los cupones a los clientes.
Que es un detalle. Decían que no cumplía con los procedimientos. Yo tengo todo
para demostrar que sí lo hacía.
¿Qué fue lo que te
motivo a escribir el texto que se viralizó en las redes sociales?
Que no soy la única, y
que hay muchos compañeros míos que estuvieron en la misma situación. Antes, vos
entrabas a trabajar a Día y no había posibilidad que te echaran porque la
empresa no tomaba personal directamente. Era un “es lo que hay. Tenemos los
empleados que tenemos. Y con estos empleados tenemos que hacer maravillas”. Éramos
cinco o seis por sucursal, y a trabajar. Últimamente adoptó el mecanismo de, al
contrario, echar gente y renovar el personal constantemente. Obviamente, nunca
cumplen con la cantidad de empleados que tienen que tener. Los promedios que te
dan. Que tenés que atender un cliente por minuto, que tenés que reponer carros
de mercadería en quince minutos…Todos esos tiempos que te dan, irrisorios, que
tiene que cumplir el poco personal que hay. Al no cumplir con esas cosas (lo que
es imposible) se te van poniendo muchas cosas más adelante para hacer. Esas son
las excusas para echar a la gente. Entonces van renovando constantemente el
personal. Poca gente llega a los cinco años, a lo sumo siete. La mayoría trabaja
un año. Y se van porque se cansan, o porque los echan, porque no aguantan la
presión.
Espero que se animen
muchos más a hablar, sobre todo en el ámbito de Comercio, que se defiendan, que
no callen. Nosotros somos los que hacemos el trabajo y no tenemos que
arrodillarnos frente a las faltas de respeto. Aparte de faltarnos a los
derechos, nos faltan el respeto. Nos tratan de ignorantes como si ellos
tuvieran todo el poder.
En épocas como las que corren, es necesario visibilizar estos
casos, que no son más que la expresión de una modalidad de trabajo que se
aprovecha de los jóvenes. Alzar la voz de Josefina,
es ayudar a comprender que no es un caso aislado, y a su vez fomentar la
necesidad de que los trabajadores conozcan sus derechos para poder combatir el
miedo que intentan imponer los empresarios ofreciendo malos acuerdos.
Cuando la moda es hablar de
esfuerzo individual, seguimos apostando a sostenernos entre todos.
Fragmento de programa radial de Lo Menos Pensado
(Lunes de 21 a 24 hs. por www.radiobarbarie.com.ar)
(Lunes de 21 a 24 hs. por www.radiobarbarie.com.ar)
Entrevistan Paula Daporta y Pablo Nuñez
La entrevista completa puede escucharse en
http://ar.ivoox.com/es/entrevista-a-josefina-ex-empleada-supermercados-dia-audios-mp3_rf_12286102_1.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Acá podes insultarnos, dejar tu mensaje, todo eso.