lunes, 20 de noviembre de 2023

La regla de los tres días (¡Es la Justicia Social, estúpidos!)

 

Por Facundo Di Cuollo


En la jerga del Análisis del Discurso aplicado a la comunicación existe la “regla de los tres días”, que supone que ante un evento importante –sea trágico, célebre, revelador o traumático- surgen una multiplicidad de discursos que tienen como finalidad primera “moldear” el pensamiento común, “explicar lo que pasó” o “por qué pasó tal cosa o tal otra”. En tiempos en los que el imperativo categórico es decir primero, llegar más rápido y “viralizarse”, no viene mal recordarla.

Esta regla propone, de manera contraria, que se debe primero dejar fluir los discursos espontáneos y vomitivos ligados a las emociones del momento para así poder racionalizarlos y expresarlos de la manera más adecuada y asertiva posible. En paralelo, desde el terreno de la Literatura también lo decía Borges, en relación con no escribir bajos los efectos de la emoción del momento. Entonces, si lo que uno va a escribir es lo suficientemente bueno, puede escribirlo luego de algunos días, y si el texto es eficaz, lo será también y definitivamente desde los dominios de la Razón.

El domingo 19 de noviembre de 2023, el 56% del padrón electoral argentino decidió que el candidato anarco-capitalista Javier Milei sea el presidente de todo el pueblo de esta Nación durante los próximos cuatro años. En principio, resulta cuanto menos curioso que el candidato ganador esté posicionado ideológicamente sobre la base de una estructura de pensamiento que supone la eliminación de la figura del Estado, que “coarta la libertad individual para comerciar entre personas”.

La primera de las epifanías con las cuales solemos toparnos cuando intentamos entender cómo funciona el sistema es que no puede haber capitalismo sin Estado, ya que el capitalismo con tendencia neoliberal (tal como lo conocemos y se practica hoy, al menos en una gran mayoría) supone de por sí un sistema injusto: quienes poseen la “libertad” para comerciar son unos pocos, quienes más tienen y a la vez quienes construyen las reglas. Entonces el Estado allí –ejerciendo una simplificación acorde con la extensión de este artículo- vendría a “velar” por los intereses de los desposeídos, como para que el sistema pueda sostenerse en equilibrio (injusto, sí, pero en equilibrio). El Estado teje redes, oficia de parachoques, cuida a las mayorías, y a la vez le otorga a cada Nación una relativa solvencia para comerciar y relacionarse política y económicamente con otras naciones.

(Podríamos discutir, sí, si el Estado funciona bien o mal, pero allí la discusión no debería enfocarse sobre el fondo, sino sobre la forma).

En este punto nos encontramos con un concepto que se acuña en Argentina por Juan Domingo Perón a mediados del Siglo XX en Argentina, y que en estas elecciones ha resultado ser la madre del borrego: la Justicia Social.

La Justicia Social es uno de los tres pilares de la doctrina peronista, junto con la Independencia económica y la Soberanía política.

(Dicen los que entienden el peronismo, que los que no entienden el peronismo no comprenden que –en definitiva- el Peronismo es un “capitalismo nacional”. La “tercera posición”, diferenciada del binomio dominante durante el Siglo XX Capitalismo – Comunismo).

Algunos días antes del cierre de campaña, el presidente electo Javier Milei expresó enfáticamente que "el concepto de Justicia Social es aberrante, es robarle a alguien para darle a otro".


Si terminamos de comprender que la Justicia Social “se define a través de los principios de dignidad humana, del bien común, de la solidaridad, la subsidiaridad, el destino universal de los bienes y el valor del trabajo humano”, entonces el problema no es el Estado, ni el Capitalismo, ni la “libertad para comerciar” sin intromisión de nadie: el problema es el Bien Común, el desarrollo del pueblo en equidad, la dignidad compartida.

Compartir, dignificar, sostener a un otro que necesita, proteger y dignificar a los que menos tienen dentro de un sistema que pende de un hilo y tiende al desequilibrio es –según la perspectiva del electo presidente- “robar”.

En suma: la Libertad Avanza propone una libertad deshumanizada, no registra las necesidades de un Otro más allá de su perspectiva individual. No es la Libertad con responsabilidad del Existencialismo sartreano. No hay “justicia” más allá de uno. Propone una suerte de sálvese quien pueda, los botes salvavidas del Titanic. Y el agua siempre sube desde abajo.

Sabido es, a estas alturas, que el voto no es racional, y que una gran mayoría de los “votos indecisos” fueron motivados por el odio visceral al Peronismo, o a todo lo que roce su campo semántico.

 El problema es y sigue siendo, entonces, la Justicia Social. La discusión de fondo es y sigue siendo el Peronismo, una doctrina política que se originó durante los años '40 del siglo pasado en Argentina como una reacción y posible solución a la desigualdad social originada en un país oligárquico, ganadero y clasista al que irrumpieron millones de obreros escapando de las guerras y de la miseria europea.

No deberíamos ignorar, en este momento de la Historia y de la evolución del pensamiento, que ninguna doctrina puede ser superada si no se superan primero las condiciones que le dieron origen.

Por eso es inútil intentar erradicarlo, y regresará una vez más bajo nuevas formas, con diferentes caras, celebrará una nueva dicotomía cíclica. Por eso “la Grieta” –aunque con distinto color de globos- sigue más abierta que nunca.

Con estas reflexiones que les hago llegar me encuentro al día siguiente de las elecciones presidenciales, echando por la borda la regla de los tres días, tal vez porque no soy Borges, tal vez porque no se puede ser políticamente correcto cuando se quiere decir lo que hay que decir, tal vez porque la palabra es el lazo que nos vincula con el mundo, y porque no se puede ser feliz en soledad.


lunes, 19 de diciembre de 2022

Perder para ganar (Sin épica no hay Argentina)

Por Facundo Di Cuollo

Ya casi es una cábala –o “costumbre”, en argentino- citar a Borges cuando escribo sobre este Mundial. En resumidas líneas, Borges afirmaba (cito de memoria) que para escribir había que dejar reposar la emoción, dejar pasar algunos días, y en efecto, si la pureza del sentimiento se mantenía, se convertía en materia para la Literatura.

Ahora bien, luego de transcurridas aproximadamente unas treinta horas desde los sucesos que nos ocupan (“los sucesos que nos ocupan” es que Argentina se consagró Campeón Mundial de Fútbol después de treinta y seis años, ya podemos y debemos decirlo) me dispongo a esbozar algunas ideas al respecto.

Durante el día de ayer, mi memoria pasó de la fotografía al cine en un lapso de dos horas y media. Del Mundial de México '86, de la consagración de Argentina como campeón irrebatible, y de Maradona como héroe nacional indiscutido, solo conservo algunas fotos –en la más nítida, Diego saltando con el puño al cielo, en un agradecimiento interminable hacia el Olimpo futbolístico- y algunos gritos, festejos, que llegan como murmullos, matizados por el filtro de los años.

Cada vez que me preguntaban si había visto a Argentina campeón del mundo (intuían que hace treinta y seis años ya habitaba este mundo, tal vez ignoraban que solo tengo cuarenta, y bastante buena memoria, aunque no la suficiente para poder reproducir esa vivencia con la nitidez emocional necesaria) respondía que sí, pero me era preciso esbozar la explicación de las imágenes, de los murmullos lejanos como las voces de un sueño.

“Ah, lo viste pero no te acordás”, era la respuesta inmediata de la grandísima mayoría. Entonces acudía al Mundial ´90 y la épica inagotable, la explicación de que no fuimos campeones, pero que deberíamos haberlo sido. Maradona, Caniggia, el Mundo en contra nuestro, Goycochea, los penales, y “el robo de la final”.

Ayer por la tarde, las fotos se me convirtieron en película. Con la previsión metódica del signo de tierra, fui recordando, “filmando”, cada detalle de este camino. Intuía, en el fondo, que el final era feliz. Que el maleficio le había ido dando paso a la depuración. Que la noche oscura del alma había terminado.

Me atrevería a afirmar, a estas alturas, que todos lo supimos siempre. Todos supimos, en algún momento de este camino, que el Mundial era nuestro. Tal vez ignorábamos la parte más difícil de todo aprendizaje espiritual: que primero teníamos que aprender a perder, para saber ganar. Por eso no nos preocupaban tanto –infartos aparte- los empates momentáneos, la prórroga, la tanda de penales. Jugábamos a “anular mufa” sabiéndonos, en lo más recóndito de nuestro espíritu, caballo vencedor. Pero así las cosas. Sin épica, no hay Argentina.

Quedan para otro capítulo las estadísticas bestiales, inalcanzables, de ese ser humano ya santificado que se llama Lionel Messi (porque Messi es el arquetipo del santo, para nosotros; lo ubicamos ahí para poder conciliarlo – de una vez por todas- con la figura de Maradona, el héroe humanizado más puramente impuro que haya pisado estas tierras) Quedan para otra ocasión los detalles y las contingencias futbolísticas necesarias que nos trajeron hasta acá, y que veremos y reveremos y recordaremos por siempre.

Estoy esperando que en algunos años, en algún momento –espero que no tan lejano- me pregunten si vi a Argentina salir Campeón del Mundo.

Les voy a responder, con todo el orgullo en los labios, que sí. Que lo vi campeón del Mundo, en la mejor final de la Historia de los Mundiales. Y les voy a contar la película.

martes, 13 de diciembre de 2022

Martes 13

           Por Facundo Di Cuollo


Hoy es martes 13 de diciembre de 2022. Tengo 40 años. Argentina acaba de clasificar a otra final del Mundo. En cuarenta años –treinta y seis, para ser más precisos- la Selección Argentina de Fútbol ha clasificado a cuatro finales del Mundo. Independientemente de lo que ocurra el domingo, y a supino riesgo de que un desenlace desfavorable ocupe mi culpa por una potencialidad anticipada, Argentina clasificó a su sexta final del Mundo en veintidós mundiales. Si aplicáramos el rigor matemático –que sabemos que en fútbol nunca es suficiente- nos daría una proporción de una final cada 3,66 mundiales.

Lo cual no es para nada poco, si no hubiéramos tenido a los dos –o tres, con Di Stéfano- mejores jugadores de la Historia de este deporte a lo largo y ancho de todos los tiempos. Este martes 13 de diciembre –parafraseando a Jorge Luis Borges en su “jardín de senderos que se bifurcan”- “todo lo que pasa nos pasa a nosotros”, en estas tierras donde todo tiene gusto a poco, donde sólo sirve ganar para estar en la vidriera, donde todavía hoy nos debatimos entre Menotti o Bilardo –ya saben a estas alturas, cuál corriente futbolísitica prefiere este humilde servidor- entre Maradona o Messi, entre táctica o estrategia; en estas latitudes donde la Realidad del Poder nos golpea tanto que sólo nos queda la épica como rigurosa medida de felicidad en esta guerra mundial sublimada que es el Fútbol (razón por la cual, sospecho, endiosamos a Diego y celebramos esta nueva versión maradoniana y casi combativa de Lionel Messi)

Este martes 13 empezamos a entender que lo que sucede es lo mejor que puede suceder, independientemente de uno u otro resultado posible. Algo se acomodó, el Caos fue encontrando su entropía. Algo nos llegó como una epifanía este martes 13 de diciembre.

Necesitamos animarnos a celebrar el proceso que nos trajo hasta acá (casi como en Brasil 2014, pero mejor) Con casi todo -y todos- en contra, con el Mejor de todos en el "ocaso" de su carrera, que lo encuentra en su mejor y más madura versión. 

Como alguna vez se animó a ensayar el más hermoso filósofo del barro, es Argentina contra todos. Pero nosotros somos Argentina. Y seguimos en el camino hacia la cumbre.

Aunque estas líneas sean escritas con el diario del martes, y hoy sea martes 13 de diciembre. 

viernes, 8 de enero de 2021

Es Ley, y todo lo demás también

Por Paula Daporta

¿Cuántas veces fantaseamos con el día después de la legalización del aborto?


¿Cómo sería despertar y prepararnos el mate sabiéndonos un tanto más

soberanas de nuestros cuerpos, destinos y decisiones?


Hace una semana que es ley.

 

Ya nos levantamos,  ya nos preparamos el mate.


Y fueron cuerpo todas esas sensaciones con las que fantaseamos tantas veces.


Aquello que deseamos tanto se siente como un desborde a modo de ¿nos cabe tanta felicidad en el cuerpo? Una vibración porosa que aún nos tiene cantando, bailando y posteando en redes.


En las charlas entre compas se repite una sensación, pareciera como si aún las palabras no pudiesen dar cuenta de lo que vivimos, construimos, sentimos.


Tal vez es porque allí, en lo que aún no podemos expresar, es donde se condensa todo lo que está por venir. A primera vista, por un lado aprender a militar la ley, como venimos haciendo con la ESI, para su efectiva implementación; por otro, lograr la liberación y absolución de todas las personas presas por abortar.


Pero hay más. Aquello que hoy podemos -en términos teóricos- garabatear, pero que resuena fuerte en todo lo que aún tenemos para seguir fantaseando. Esos otros mundos que quedan por construir, como efecto colateral de una lucha histórica donde logramos evidenciar algo más que la conquista de una ley: sobre todas las cosas, nuevas formas de ser y hacer.



Colectivas. Irreverentes. Deseantes. 

Es ley.


Pero además, nos quedamos con mucho más que una batalla ganada al patriarcado y a las lógicas capitalistas de vinculación - expropiación de cuerpos y saberes.


Nos quedamos con los aprendizajes de la lucha de todos estos años. Nos quedamos con el reconocimiento a nuestras ancestras, luchadoras históricas y a las compas de la Campaña Nacional por el Aborto Legal que abrieron juego y desde una pedagogía de la ternura y compromiso construyeron saberes, proyectos, intervenciones y lazos. 


Nos quedamos con las experiencias y saberes de todas las ”Rosas” de Socorristas y otras consejerías que aquí y allá acompañaron a tantos cuerpos gestantes en su derecho a decidir desde los márgenes de la legalidad y desde los adentros de redes potentes de sostén y sororidad.


Nos quedamos con lo que emergió como consecuencia de todo lo demás, la proliferación de la organización feminista en las mas distintas formas y sentidos: lo territorial, lo virtual y lo profesional. Los cruces y los cuestionamientos de nuestras prácticas cotidianas.


Nos quedamos, también, con la llegada de tantas personas que se sintieron interpeladas por las consignas de lucha, pero también por sus propias historias, que pudieron ser repensadas a la luz de las historias de otras.


Nos quedamos con la convicción de decir “personas con capacidad de gestar”, porque los pibes trans también abortan.


Nos quedamos con la potencia de las pibas que devinieron sujetas históricas de lucha. Ellas sobre quienes el laburo con la ESI abrió caminos, y desde donde los desafíos de los feminismos se potenciaron en aperturas. La revolución de las hijas o la cuarta ola, dijeron por ahí.  


Nos quedamos con todo ese desborde que hoy nos inunda de sensaciones. 


Nos quedamos con todo eso y más. Lo tomamos. Lo arrebatamos. Lo construimos.



Hace una semana, el mundo es un poco más justo por estas latitudes.

Hace una semana que la potencia de nuestros aprendizajes hace temblar tanto más allá, que ya no sabemos qué es horizonte y qué realidad.


Desborde que devendrá en transformaciones otras.


Se va a caer.

Lo estamos tirando.

Lo desbordamos.

Por eso, somos marea.


Pero también estamos armando juego.

Seguimos fantaseando.


Porque sujetas de derecho

y sujetas de deseo.


No queríamos sólo un derecho.

Queremos otros mundos también.

No sabemos para dónde vamos, exactamente.


Pero el camino es por acá.


Lo aseguramos, así con tanta claridad y convicción como que el aborto ya es ley. 


(Fotos: Lucía Prieto)

jueves, 26 de noviembre de 2020

Algo se nos fue también un poco a todos

Por Facundo Di Cuollo

Una de las primeras imágenes que me viene al recuerdo desde mi infancia más recóndita, es la de una calcomanía de Maradona, saltando con el puño derecho apretado hacia el cielo, saltando con acrobacia y con generosidad, ante el grito exasperado de millones de gargantas, bajo un sol abrasador que caía a plomo sobre el mediodía del verano mexicano. La imagen es de una calcomanía de Coca- Cola, con la silueta de Diego saltando grabada en color celeste claro. La postal es del mundial de México ’86, del festejo posterior al primer gol a los ingleses por los cuartos de final de la Copa del Mundo.

La calcomanía la había pegado mi papá en la ventana de mi habitación, porque antes había una de King-Kong que me daba miedo. Siempre me dieron un poco de miedo, los gorilas. Así que mi papá, en un completo acto de justicia poética, arrancó casi con las uñas la imagen de King-Kong, y en su lugar pegó el calco de Coca-Cola con la imagen de Diego rindiéndose ante la inmensidad del cielo azteca. Me gustaba verlo ahí, saltando, como una protección totémica contra los males del mundo.

Del Mundial de México ’86 no tengo, prácticamente, recuerdos puntuales y específicos, a no ser ese salto en esa calcomanía. Pero sí recuerdo, casi como las voces de un sueño, la alegría, el fervor, el “Maradona” como un mantra, como ese fuego sagrado que es combustible inevitable del espíritu. En suma, esas cosas que no se entienden, se sienten. Y a las que retorno repentinamente, sin aviso –como la magdalena de Proust- cada vez que vuelvo a ver ese salto infinito hacia el cielo.


Con la desaparición física de Maradona, también se murió una época. Y algo se nos fue también un poco a todos. Porque es eso, Maradona somos todos. Maradona es de todos, inabarcable y recóndito. Maradona es nuestra patria, es nuestra familia. Y todos tenemos alguna fibra íntima tejida en nuestra historia, por la cual Maradona –directa o indirectamente- nos interpela y nos saca una sonrisa, una saudade. De arrebato, o premeditada. Eso es lo de menos. Nuestro imaginario entrelaza y se toca ahí, en “Maradona”. En los orígenes humildes, para algunos; en los recuerdos felices, para otros; en la familia unida, tal vez; o en los amigos que ya no están; o en el tiempo pasado que nunca es mejor, pero que con Maradona parecía mejor.

Con Maradona se llora a un padre. Con Maradona se recuerda la infancia en el baldío. Con Maradona, lo imposible se hace posible. Y hasta probable. Nuestras generaciones querían ser Maradona, en todo. Querían llegar a la cima indiscutida, desde el barro más espeso y profundo. No solo en el fútbol, en la vida misma. Querían llegar sorteando todas las adversidades, que cuanto más crecían, más enaltecían nuestra victoria imposible. El adjetivo “maradoniano” nos enorgullecía.

A algunos de ustedes les pesa, y lo entiendo. Pero Diego Armando Maradona fue el mejor de todos y brilló hasta el paroxismo en el césped fulgurante de un mundo de mierda. Nos mostró que se podía, y que se puede, a pesar todo. Hasta a pesar de uno mismo.

Sé que les pesa, no crean que no lo comprendo. Lo comprendo perfectamente, porque esas cosas no se entienden. Se sienten.

martes, 9 de junio de 2020

Fuimos felices en Italia '90




El último atisbo de magia que ha visto el universo del fútbol, lo ha visto en el Mundial de Italia 1990. Al momento de analizarlo, resulta sencillo -y no por ello menos válido- recurrir a la épica. Todo lo que en la vida cotidiana cobra ese mote, se vuelve naturalmente heroico pasada una considerable porción de tiempo. Pero no estoy seguro de que sea eso. El Mundial ’90 es ese medio camino entre “hacerse grande”, pero saber de algún modo que la magia sigue ahí, intacta. Y que en cualquier momento, en cualquier mínima e imprevista circunstancia, puede hacerse presente para provocar que nuestra vida dé un giro trascendental de 180 grados sobre su propio eje. Y resulta que quedamos mirando para el sur, en vez de tener los ojos fijos en el norte, en una fracción de segundo. Esa magia de lo impredecible, de lo prácticamente imposible se manifiesta para hacernos sentir que la vida está en otra parte. Que las cosas pueden ser de otra manera -a veces incluso contra nuestra propia pulsión thanática, irrevocable, que desea manifestarse a cada momento-. Perdamos pronto, ya está. (Los futboleros conocen esto demasiado bien, por eso saben que ganar no es para cualquiera, que el hecho de perder garantiza el cíclico goce del lamento, la queja, la ucronía, el laberinto infinito de posibilidades). Si será mágico, el Mundial `90, que treinta años después aún cuesta desentrañar qué nos provoca ese sotto il cielo de una estate italiana, que nos hace lagrimear en un huracán de saudade irrefrenable. O qué nos provoca ver el tobillo hecho una naranja de un Maradona que ya tocó el cielo deportivo y volvió, entrenando con el botín cortado para no sentir el dolor de la inflamación; o la corrida eterna de Claudio Paul Caniggia eludiendo a Taffarel en un loop erótico y predestinado; o la ansiedad de Carlos Bilardo gritando y acomodándose la corbata desde el banco de suplentes, anunciando –antes de cada partido- que el próximo vuelo que saldría de Italia sería el de Aerolíneas Argentinas. 

Acaso el Mundial ’90 sea –sin intención de caer en el abismo de los lugares comunes- la metáfora más pura de la vida misma. La vida en la que ya no quedan muchas esperanzas, en la que el final puede advenir en cualquier momento como una muerte anunciada, pero sin embargo se sigue jugando, y se sigue ganando, y se sigue festejando. Y ese festejo tiene un valor doble, o triple, o cuádruple en función del esfuerzo que requirió llegar a la victoria, vencer a los cíclopes y a las medusas, resistir el embate de la furia de los titanes. Se festeja, se sonríe y se sigue adelante. 


Se sigue adelante aunque algunas cosas no vuelvan a repetirse, aunque la felicidad parezca escurrirse en el final como arena entre los dedos. Aunque los primeros amigos con los que uno juntaba figuritas para llenar el primer álbum antes de que terminara el Mundial, en algunos pocos años ya dejaran de ser nuestros amigos. Aunque la felicidad de tener cerca a los abuelos, y mirar los partidos con ellos por cábala, y enojarse porque perdimos la final contra Alemania porque el abuelo “era alemán y trajo mala suerte” no volviera a repetirse jamás en la historia. Aunque no volviera a haber ninguna otra final con los abuelos vivos. Se festeja y se sigue. Como en los penales contra Yugoslavia. Se sigue adelante, que viene el próximo partido.  Y Caniggia hace el gol contra Brasil, y la familia festeja y llora, y le preguntás a tu papá por qué lloran si ganamos, y te responde “porque sufrimos como la puta madre, pero lo importante es hacer los goles”. Lo importante es hacer los goles, y seguir. Seguir con todo el mundo en contra, seguir aunque en menos de una década tu papá no pueda hablarte más de fútbol, porque ya no puede hablarte más. Con todo el mundo en contra, con toda la Italia (hasta la napolitana) en el bando contrario, en una cancha donde no entra ni un alfiler europeo más, ocurre la magia inexplicable de que la pelota entre en el arco, aun estando parado de espaldas a él. Pasa en la vida, inevitablemente va a pasar en el fútbol. Se gana y se sigue. Se ataja y se sigue. Aunque sepamos que lo próximo va a ser distinto, que cuatro años más tarde aparecerá la lógica de lo predecible, de lo algorítmico, de lo masivo hasta la náusea para que el fútbol pierda su inocencia. Los raros peinados nuevos también llegarían al fútbol, para despojarlo de su espíritu anímico. Pero mientras, se gana y se sigue tanto, se resiste y se festeja tanto, que hasta la derrota, por más justa que sea, se vive como una victoria. Ética o moral, la que prefieran. Dice Aristóteles que la felicidad depende de nosotros mismos. Y nosotros fuimos felices en Italia '90. Aunque Carlos Salvador Bilardo afirme, con un absoluto sentido de la justicia deportiva, que “de los segundos no se acuerda nadie”.

domingo, 10 de junio de 2018

El día después de mañana (editorial sobre el 13J)



Líneas de fuga, de acá en más. Casi como destellos de lo que se viene gestando.
El miércoles 13 de junio se votará, puertas adentro del recinto de la cámara de Diputados de La Nación, el proyecto de ley para la legalización del aborto. Y eso marcará vidas. Pasadas y de las que vendrán. Decisiones. Allí se volverá sobre argumentos y demás cuestiones. Discursos elocuentes y aplausos. Indignaciones. Abucheos y tanto de lo demás.
Afuera se seguirá jugando desde otras lógicas. Las que se han sabido ir construyendo durante estos años, pero sobre todo meses. Intensos y poderosos. Se viene la vigilia. El cuidado. El artivismo de artivismos. Las rondas. Los mates. Los abrazos. Los pañuelos. En suma, el folklore de la construcción de los movimientos feministas populares.
Puertas adentro, entonces, tendrá su corolario un proceso que se edificó en las calles. En la lucha. Y en cada pañuelo atado al cuello, muñeca o mochila. Lo público y lo privado de nuestras vidas entrecruzándose, estallando. Política pública y experiencia vivida. Que sea ley, lo que atravesó -en la privacidad de los tabúes, pero haciéndose eco en las calles y aunando generaciones- nuestro camino. Cuerpos gestantes de todas las edades.
Mucho ya dicho, y mucho por decir en las próximas 48 horas.
Pero, ¿qué pasará el día después?
Cabe preguntarse cómo marcarán estos hechos a nuestra generación; pero sobre todo, y más todavía, cómo marcará a la de ellas. A esta generación de pibas que -pañuelo en mochila- se gestaron en esta lucha. Que van a haber experimentado un proceso de conquista de derechos con un puño en alto. Un proceso que tal vez las excede, y que por lo mismo las transciende, en ese grito arrollador y furioso en el que gritan por ellas, pero también gritan por las que no tuvieron voz. Incluso por aquellas que hoy no se sienten representadas por algo que dicen no ser. Microrresistencias que decidieron encarnar.
Pañuelo como símbolo. Verde como bandera. Mirada y gesto cómplice como contraseña.
¿Cómo será la vida de esta generación que va siendo así, sabiéndose poderosa y -mucho mejor aún- sabiendo que la utopía es algo más que el horizonte que nos mueve?
Tal vez no lo sepan todavía, pero el horizonte ya lo alcanzaron.  
Para muchxs, ellxs hoy son la utopía hecha cuerpa colectiva.
¿Cuál es el techo? Ya no hay techo. Porque lo dieron vuelta todo.
Porque se va a caer.
Se está cayendo.

domingo, 27 de mayo de 2018

Mónica Navarro: “Ser mujer y mayor constituyen dos fuertes fuentes de desigualdad”


  Por Paula Daporta

El próximo lunes 28 de Mayo en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) se da inicio a un nuevo momento dentro del Programa Ancestras, con la puesta en marcha del Curso Taller de Género y Edad para Mujeres Mayores. Mónica Navarro, responsable del Programa y Directora de la Especialización en Intervención y Gestión Gerontológica, nos cuenta cómo el devenir de su trayectoria la invita a pensar como espacio poco transitado dentro del feminismo las variables edad y género y cómo desde un marco académico se empiezan a tejer nuevas tramas para pensar y habitar desde lo territorial la vejez siendo mujer.

¿Cómo te definirías?

Si me tengo que definir soy una vieja de 55 años, madre de tres jóvenes estudiantes. Tengo varios empleos y vengo luchándola para encontrar espacios donde poder transmitir este mensaje, que siento que he ido construyendo a lo largo de los años sobre la desigualdades de género y edad, no como cuestiones separadas sino como dos categorías en intersección.

Feminista inorgánica, ya que no tengo un espacio de militancia dentro del feminismo pero circulo buscando mi lugar o tratar de armarlo. Circulo, escucho, participo. Militante a favor del aborto legal seguro y gratuito.

Digo que milito a las viejas, en el sentido de que quiero darles voz a las mujeres que están en el último lugar cuando pensamos el feminismo. Esta es una trayectoria que lleva tiempo. Este año cumplo 30 años trabajando vejez. Ingresé hace 30 años en dos cátedras una de vejez y otra que se llamaba algo así como “problemática de la mujer” en la carrera de Trabajo Social de la Universidad de Lujan y desde entonces me vi en condiciones de empezar a formarme y a trabajar con el enfoque de género y edad. Siento que encontré un espacio donde poder decir lo que me interesa, que es esto que estamos construyendo desde el 2010 en la UNTREF.

¿Cómo podemos pensar la vejez en términos generales hoy en día?

Desde hace un tiempo estamos en una transición demográfica, es decir formamos  parte de lo  que los demógrafos consideran país envejecido, porque tenemos más del 7 % de personas mayores. En realidad superamos el 10% de mayores de 65 años. Eso genera una transformación en toda la sociedad, lo que se traduce en un desafío de vivir todos juntos con personas de todas la edades. En un momento que precisamente está cambiando la forma de representación de esos grupos de edad. Es decir están naciendo menos niños. Sobre todo en los países desarrollados y algunos en vías de desarrollo como el nuestro. Por más crisis que tengamos, estadísticamente se nos destaca el grupo de mayores porque tenemos menos nacimiento y las personas viven más años.

¿Cómo se cruzan en este marco, las variables género y edad?

Un dato importante es que aunque nacen más varones las que llegan a más edad somos las mujeres. Vivimos mas años y una de las características que miro de este fenómeno es que vivimos mas años y en peores condiciones. Tenemos peor salud. Esta cuestión es a nivel global. Una de las cosas interesantes es pensar y ver el envejecimiento como una construcción social generizada. Tratar de ver como se producen esas diferencias a lo largo de la vida. Cómo se representan y se expresan en esta etapa. Porque ninguna de esas representaciones se hacen en el vacío. Hay unas líneas de fuerzas que trabajan en conformar performativamente la construcción del envejecimiento femenino. Se mujer y mayor constituyen dos fuertes fuentes de desigualdad. Se es vieja. Se es mujer. Existen esas dos potentes categorías que se intersectan. Si bien todas podemos pertenecer a una clase social, a una raza o a una etnia… todas seremos viejas. En general no hay mucho que esperar más que transcurra el tiempo para que eso suceda. Salvo que te mueras antes, vas a envejecer y al envejecer van a acumularse durante toda la vida una serie de desigualdades que van a construir un envejecimiento diferencial.

En relación a los sucesos ocurridos en el último diciembre con la Reforma Previsional desde los medios de comunicación y mismos de las consignas en las calles durante las movilizaciones, se hablaba de "abuelos", dando por sentado que todos habían tenido hijxs.

Es sobre todo reducir a una identidad, que se trata de un vínculo. En general hay una tendencia a considerar a lxs viejxs como un homogéneo que por default es masculino como todas las figuras que se usan para identificar poblaciones Ahora la Convención por los Derechos de las Personas Mayores en 2015 propone esa denominación en lugar de adultos

En relación a las cuestiones que se vinieron visibilizando en cuestiones de género, está la cuestión que hay una especial efecto de la crisis socioeconómica en las mujeres. ¿Hay alguna particularidad en relación a las mujeres mayores en situaciones de crisis económica?

La crisis amenazas especialmente a las mayores debido a que han tenido que entrar y salir del mercado laboral por el tema del cuidado incluso algunas no lograron incorporarse y su trabajo doméstico les impidió aportar para una jubilación. El efecto acumulativo de las desigualdades de género lo reciben las mayores. Sin perspectiva de género en las políticas de trabajo y seguridad social se condena a las mujeres de bajos recursos a una vejez vulnerable.

¿Cómo emerge el Programa Ancestras en el marco de la Especialización en Intervención y Gestión Gerontológica ?

El Programa Ancestras surge de esta pasión que me despierta y que voy incorporando a medida que investigo y voy  generando distintas posibilidades de participación de las viejas en distintos espacios diseñados para que tengan voz y que puedan sentirse incluidas.
Empiezo nombrándome a mí misma como vieja. Un nosotras como un posicionamiento político respecto de la vejez. Es una forma de empezar a transmitir esta cuestión, desde una perspectiva situada y políticamente definida.

Ancestras es un proyecto en que hemos podido converger distintas personas  conformando un equipo muy interesante e interdisciplinario. Atrás de esta pasión que me hizo pensar en eso que se construye culturalmente y que tiene componentes muy diversos para poder trabajarlos. Es un programa que surge  de varias experiencias y que plantea un objetivo que es trabajar en el sentido de permitirle a las mujeres ser pensadas y pensarse así mismas desde un lugar poderosos. Justamente empoderar es transferir poder pensarse. Situarse desde un lugar poderoso tiene que ver con de alguna forma indagar colectivamente cuales son los lugares de las mujeres mayores que debemos recuperar como capital social para poder construir un modelo de vejez deseable para las mujeres particularmente. Entonces bucear en las identidades. Bucear en los valores  colectivos de las mujeres. De alguna manera es un desafío enorme para una universidad como la UNTREF, lo cual agradezco muchísimo porque estoy subvirtiendo una forma de lo académico, al desarrollar esta experiencia de trabajar con circulo de mujeres y al incluir la música y el arte como parte de aprendizaje

El primer desafío es nombrarnos. Desafiar la lengua. Subvertirla. Transgredirla.

Ancestras en el diccionario no existe y eso fue una señal clara  que por ahí era la cosa. Me interesa pensar la posibilidad de hacer disidencia desde la práctica para neutralizar un  discurso poderoso performativo que nos tiende a homogeneizar y discriminar. Ese objetivo epistemológico implica  resistir la tendencia a esta  homogeneización y realizar el borramiento de las diferencias. Entonces lo que necesitamos es mostrarlas.  Mostrar la diversidad. Mostrar la acumulación de experiencias en el círculo vital. Tomar  consciencia de varias acumulaciones  y desigualdades por ejemplo la instalación en forma estereotipada y performativa de las mujeres en el mundo privado. El mundo de las mujeres como un mundo naturalizado de la construcción de roles domésticos. Justamente, Ancestras pretende ser un programa que constituya una acción positiva a favor de la eliminación  de los prejuicios de género y edad en este caso las mujeres mayores. Nos dirigimos a cubrir esta área vacante o poco transitada en lo referente  a políticas de género y política de edad que pueden articular ambas cuestiones.

¿Qué aéreas de acción se propone el Programa Ancestras?

Intervenir intencionalmente en la trama de género hilando saberes, cuerpos y territorios atravesados por la memoria. Por eso el programa tiene un componente de acción en el territorio. Llevamos la propuesta a distintos lugares para trabajar localmente estos entramados que pueden permitir emerger nuevas figuraciones y representaciones del envejecimiento femenino y habilitar un espacio nuevo para las viejas. Tenemos programado viajar en junio para Tierra del Fuego, que será nuestro primer Ancestras fuera de del conurbano bonaerense.

Otra de las tareas radica en develar  lo socialmente construido de los significados y valores de la vida de las mujeres mayores. Para eso tenemos que es otro componente que es el Curso de Género dirigido a mujeres mayores, abierto a mujeres de todas las edades. Veníamos trabando con la idea de dirigirlo exclusivo a mujeres mayores pero nuestras jornadas vieron un maravilloso un emergente: acudieron mujeres de todas las edades, sobre todo jóvenes. El rango iba de 20 a 95. Fue un hallazgo. Debíamos incluir a las mujeres de todas las edades porque estamos elaborando la vejez femenina de forma anticipada y ahí los reales cambios pueden darse lugar de una forma más significativa. Para eso trabajamos en otro componente de este programa que es el equipo de investigación donde nos proponemos trabajar con las normas culturales que limitan la libre elección  y examinar las condiciones de vida derivadas de de la diferencia sexual en este momento del curso vital. Los múltiples roles, la sobrecarga, las consecuencias del cuidado, la medicalización del malestar, la negación del erotismo y el placer sexual.

Necesitamos reconocer que las mujeres llevan un efecto muy potente contra esas acumulaciones del malestar que tiene que ver con lo ancestral en el sentido que las mujeres desde el principio de los tiempos se han encontrado para poder hacerse fuertes frente a distintas amenazas provenientes del ambiente de su entorno . Ahí están las tejedoras, las campesinas, las profesionales, las trans, las que cuidan,  las que profesan algún culto, la militantes, las feministas. Todas las mujeres. Las que eligen ser madres y las que no. Ahí están armando círculos para conocerse para verse cara a cara y para transitar  lo cotidiano, pensarse y reconocerse en la otra.

Entonces el dispositivo del círculo, para nosotras, es un componente fundamental como dispositivo potenciador de capacidades emergentes en la interacción de la mujeres. Lo digo pensándolo porque es una construcción que estamos haciendo desde el equipo. Pensando como habilitar este dispositivo dentro de un contexto universitario. No es un círculo de sanación. No es un círculo menstrual o uterino. Es un círculo donde van a estar jugando todas las dimensiones.  Nadie puede planificar si en un encuentro entre mujeres, el círculo  tiene efectos terapéuticos o no. Aunque los tendrá sin duda, lo que estamos tratando de encontrar, es un dispositivo que permita habilitar y circular la voz. Encontrar un espacio de escucha y aprendizaje pero que al mismo tiempo este habitado por aquello que nos hace bien. El movimiento, la música  que nos conectan con nuestras raíces

Ancestras

Presentación conceptual+ Círculo de mujeres+ Taller de música.
8 encuentros, uno por mes iniciando el 28 de mayo de 15 a 18 hs
Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) Sede Caseros.

ACTIVIDAD NO ARANCELADA 

Reservá tu lugar o consulta escribiendo a ancestrasgye@untref.edu.ar

*Mónica Navarro es Directora de la Especialización en Intervención y Gestión Gerontológica y y Responsable del Programa Ancestras (UNTREF). Asistente social, Piscología, especialista en Psicogerontología, especialista en Sistemas de Salud y Seguridad Social y doctorada en Sociología

jueves, 22 de febrero de 2018

Diversidad, territorio y prácticas médicas inclusivas


La cuestión pasa por estar alerta. Alerta ante nosotrxs mismxs y ante nuestras prácticas. Actitud de sospecha sobre lo que acontece con cierta incómoda naturalidad. Algo hace ruido. Y de pronto esa interferencia puede permitir que algo se transforme. Así, de ese “estar alerta” comienza a construirse el “Consultorio de Diversidad” en la Unidad Sanitaria Juan Manuel de Rosas de Isidro Casanova a mediados del año 2017.

En una amena charla con Lo Menos Pensado, Guadalupe Alvarez (médica generalista), Silvia Reitano (trabajadora social) y Daniela D’ovidio (Psicóloga) nos relatan  cómo un día  comienzan a modificarse determinadas prácticas. En este caso, las prácticas médicas hegemónicas, en un contexto territorial concreto donde la urgencia, las corridas y la recarga de trabajo juegan como protagonistas. Ahí en el medio de la urgencia, se da lugar a lo que emerge. Estar alerta. Mirando y escuchando.

De pronto, la sospecha se convierte en certeza y algo se empieza a mover.

“Consultorio de Diversidad” emerge como proyecto dentro de la Unidad Sanitaria Juan Manuel de Rosas. Un espacio de salud con un fuerte anclaje territorial, con más de dieciocho años de actividad. Comienza siendo un móvil que se iba metiendo en los barrios.  Hoy en día atiende a una población diversa y en constante aumento.

El equipo no puede prever la cantidad de personas que viven por la zona. La generalidad es que siempre va en aumento, al igual que la población que se atiende en la sala, que también va creciendo como una constante. También vienen de otras zonas, como Merlo. El rumor de que “acá se consigue turnos” no tarda en llegar. No se trata de suerte, ni de amplia disponibilidad horaria en comparación a otros espacios, sino como ellas mismas mencionan de una “política abierta”.

Silvia llego a la sala cuatro años después de su inauguración.  Su rol era difuso, complejo… pero sobre todo parte de una decisión política.

Silvia: Soy la más vieja, ¡la más vieja en todo sentido! Hace catorce años que estoy acá, pero llegué acá por accidente.  No había pensado nunca en trabajar en el área de salud, porque no era fácil, y no había este tema de las residencias para trabajo social. Era el año 2004. El jefe de la región tenía nueve cargos para cubrir, y entre esos nueve cargos decide llamar a cuatro médicos generalistas y cinco trabajadores sociales, porque no había en lo que era primer nivel de atención. Fue una decisión política, decididamente.

Es un rol que no estaba ni está establecido. Un rol que particularmente tuvimos que construir. Yo lo llevé a lo que es atención primaria, y para todo lo que es preventivo y promocional, más allá de lo que es toda intervención ante determinadas situaciones particulares. Pero me costó mucho erradicar el tema de “vengo a pedir, vengo a pedir, ¿me da?”. Que la población entendiera que hay cosas que son por derecho y no por pedido, y que también entendiera que nosotros no tenemos el poder de dar. Por lo menos esa es la política que intenté imprimirle al centro desde el trabajo social. Entonces hoy está prácticamente erradicado eso; y sí hay intervenciones en situaciones muy particulares en torno a problemáticas familiares que están relacionadas con salud, donde el recurso termina siendo algo anecdótico, la mayoría de las veces. Si  hay una necesidad el recurso va a estar, pero no es lo prioritario.

La mirada deconstructiva de la medicina hegemónica nos aparece en el rol de Guadalupe, médica generalista, trabaja en la sala hace ocho años a partir del programa de médicos comunitarios, tras realizar su residencia en “Fuerte Apache” (Barrio Ejercito de los Andes – Tres de Febrero). Programa comprometido a nivel político, pero endeble en términos de seguridad laboral. Contratos trimestrales, legajos municipales, pagos a medias con Nación. Situación que atenta contra planificación como la que nos relatan en esta charla, pero que para nada anulan la actitud de sospecha y la acción a largo plazo.

Retomando las particularidades de la salita, tanto Guadalupe como Silvia nos hablan de las barreras que atentan muchas veces contra los derechos en torno de la salud. Barreras burocráticas, de rutinas. Que deben tan solo ser “sospechadas” para ser repensadas y transformadas.

Silvia: Y…hay muchas barreras, tenés que venir a las seis de la mañana, después no hay número, tenés que ser de la zona, tenés que tener documentos, si no no te atendemos. Todo esto genera barreras. La mayoría de las salas cerraron sus puertas a las 12 y se acabó todo. Acá tratamos de ser más amigables, si hay que dar anticonceptivos y la médica justo no está, nosotras se los damos. En particular yo estoy en contra de hacer colas a las seis de la mañana.

Guadalupe: Yo doy turno programado; los pacientes saben que vienen tal día a tal hora y si no, saben que vengo tal día a tal hora y me dicen “doctora tengo esto” y vemos, si podemos los hacemos y si no lo acomodamos.
Silvia: Lo que pasa también, es una educación en ambos sentidos, institucional y de la comunidad, que responde a un modelo médico hegemónico. En general, en las salitas no había equipos, o sea estaba el médico y la enfermera. Esa dupla hegemónica donde entran a las cuatro de la mañana, entran todos, y te podés quedar hasta las cuatro de la tarde, pero vos tenés que estar clavadito ahí desde las siete, es un ejercicio de poder. Entonces que haya equipos, equipos interdisciplinarios, otra forma de dar turnos. Por ejemplo, la médica pediátrica también puede dar turnos programados, donde se trabaja con el control del niñx sano.

En el marco de la sala se vienen llevando adelante el programa de salud sexual. Las trabajadoras sociales son las encargadas de entregar los preservativos, los anticonceptivos y hacer las entrevistas a las chicas.

Silvia: Esto que pasa en muchos lados, que si no pasás por el médico no te podemos dar el anticonceptivo, en esta sala no sucede. Si estamos algunas de nosotras -que estamos capacitadas para hacer una consejería individual y darle el método anticonceptivo-, se lo damos.

Guadalupe: El uso y costumbre hace que vos vayas al médico y que una adolescente de quince o dieciséis años va temerosa al médico ginecólogo y le dice “vengo a cuidarme”, y el médico te manda a hacer primero un pap, una colpo, ecografía mamaria, ecografía ginecológica, y ¿qué sucede?  Esa chica vuelve embarazada. Entonces la idea es, “hacete todos los estudios y está muy bien, pero de acá te vas con métodos anticonceptivos”.

Como una cosa lleva a la otra, la actitud de sospecha se hace presente y comienzan a darse diversos procesos y proyectos. Uno de ellos, el “Consultorio de Diversidad”.

Silvia: La idea del consultorio también tiene todo un proceso. Si venís trabajando desde el programa de salud sexual, empezás a tener en cuenta las cuestiones de género. El programa de salud sexual proviene de una ley del 2002, previa a la Ley de educación sexual integral que es del 2006. Entonces todas estas cuestiones son parte y están incluidas en la ley. Pero la realidad es que no estaba el recurso humano. Por eso es necesario potenciar a las personas que están trabajando. No lo podés hacer solx, y necesitás de un equipo. La realidad es que tenés que tener en cuenta la situación actual de la población. Entonces prestás atención y escuchás que la gente dice que se va al hospital Paroissien, ¿y por qué va al hospital y no viene a la sala? No vienen porque las instituciones somos expulsivas, a pesar de que hoy en la sala sabés que puede venir una trans y la tenés que atender. Por supuesto que hay una evolución porque hace quince años atrás esto hubiera sido impensado. Hoy hay que remarla, aunque no sea bien visto, hay que visibilizarlo, y para esto hay que poner el cuerpo.

Guadalupe: Pienso que esto se empieza a pensar más a partir de la ley de identidad de género. Donde si bien para todos sería obvio que todos tenemos derechos por igual de tener asistencia, hubo necesidad de que existiera esta ley para asegurarla. A partir de la ley, desde lo colectivo se puede pensar que hay un resguardo y puedo protestar desde allí. Así y todo, siempre en última instancia depende de las voluntades. Pero la ley es una puerta importante.

Silvia: Claro, podemos enunciar la ley que plantea la igualdad y el reconocimiento de derecho en la diversidad. Pero de ahí a aceptar la diversidad, y no sólo en cuestiones de género, sino de diversidad en general. Es lo que cuesta, aceptar lo diverso.

El consultorio comenzó a tener su espacio el segundo y cuarto miércoles de cada mes por la tarde, para luego de a poco incluir también al tercer miércoles por la demanda en aumento.

Guadalupe: Cuando me hicieron la propuesta del proyecto de la sala inclusiva, dije que sí sin pensar. Pero luego me detuve, ¿por qué hacerlo de modo separado de la atención de un diabético, o de un hipertenso? Bueno, tal vez sea un modo de comenzar, para que luego sea un consultorio donde asistan todos sin distinción. Hoy en la sala de espera necesitan esto de estar en grupo, ojalá el día de mañana esto no suceda.

Arrancaron el segundo miércoles de junio con una paciente. “Al siguiente tuvimos dos. Al siguiente encuentro cinco, luego ocho”. Finalmente, como cierre de año, por el consultorio pasaron 35 compañeras del colectivo travesti/trans.  El boca en boca tuvo un papel decisivo.

Guadalupe: Tuvimos un caso, Patrick, de origen colombiano, que vino a atenderse y preguntó por Guadalupe, que venía de parte de una amiga. Le dije “soy yo, esperá que ya te atiendo”. Su cara fue de asombro. Me contó que venía para hacer el proceso de hormonización, que pasó por varios clínicos en hospitales, y que en casi todos los casos le dijeron “acá no es”.

Desde Nación empezó a bajar a los municipios medicación de hormonización que consiste en distintos tipos: estrógenos, anti-andrógenos, testosterona. En general, la comunidad trans va a las farmacias y compran anticonceptivos y lo toman vía oral o se aplican. El problema es que se aplican dosis excesivas, son muy dañinas para la salud, por la combinación de drogas que poseen muchos de ellos. En cambio, el programa de hormonización utiliza estrógeno puro, y se evalúa la cantidad en el organismo equivalente para la edad que poseen, y se suspende al llegar a esos valores.

Se observa entonces que más allá que lo económico es un factor limitante, está la barrera de un  sistema sanitario es expulsivo.

Guadalupe: Hay que deconstruir muchas cosas del ámbito profesional de la salud, donde el médico es la palabra autorizada y se hace lo que el médico dice. No está la opción de diferentes tratamientos donde el paciente puede elegir, que es lo que debe ocurrir. Hay que poner la mirada en que es el paciente el responsable de su decisión frente a las opciones que el profesional debe poner en conocimiento.

En relación con el resto de los países latinoamericanos, nos cuentan que estamos en el primer lugar de cuestiones de atención igualitaria. La ley está a la vanguardia a nivel mundial. El profesional debe respetar lo que el paciente siente y decide amparado en la ley. Sumado a que en el código civil nuevo aparece que el nombre no es identificatorio del género y que uno debe respetar lo que el nombre del documento dice de cómo se nombra a la persona.

Silvia: Y de ahí las tensiones que hay con la ciencia, porque ¿cómo juega el “sentir” en esto de lo comprobable científicamente? Es algo que va a estar en tensión y desde la construcción social que hace que todo sea un proceso.  Por ahí para un trabajador social “mi imagen es una cosa y mi sentir es otra”, es más fácil de entender que para un médico, salvo determinados perfiles profesionales que van más allá, como el caso de Guadalupe.
Guadalupe: Y que uno tiene muchos prejuicios, sola no lo podría haber hecho. Es un aprendizaje constante. En estos últimos meses que estamos con esto se me vuela la cabeza, porque uno viene de tantos años con un bagaje y con una “línea” determinada, que estar con esto es un reaprender.

Cuando hablamos con las o lxs pacientes tratamos de hacerlo con naturalidad, sin muchas vueltas, porque si no generamos confusión. Cuando ven que les hablamos directo se relajan y se genera mejor diálogo.

Aquí se plantea una mirada y un oído sensible de la medicina, que como dicen Silvia y Guadalupe, por momentos se sostiene por voluntades de equipos, y alguna que otra vez por decisiones o apoyos gubernamentales.

Guadalupe: El proyecto se presenta y no se había pensado en la hormonización. Fuimos a hablar con Gabriela Paragliano, que es la referente del programa de salud sexual en Matanza. Cuando llegamos con este proyecto, a ella también se le iluminó la cara, porque sabía que venía todo esto del programa de hormonización de Nación. Después tuvimos un encuentro con referentes a nivel provincial, hubo una capacitación. La realidad es que no hay mucho, y no se sabe, en el mundo, acerca de hormonización. Uno busca papers pero no hay, es una práctica que se está llevando a cabo y para mí profesionalmente es un súper desafío.

La sala se encuentra tejiendo redes con vínculos territoriales con organizaciones y referentes de la zona como la “Consejería La Berkins” de Isidro Casanova y con “La Casa de Lohana y Diana” a través de Florencia Guimaraes García. A lo largo del año se han expandido a varias actividades como talleres de nutrición y de educación sexual integral.

Dirección: Ruiz de los llanos 267. Isidro Casanova.



Entrevista realizada por Paula Daporta y Facundo Di Cuollo
para el programa radial “Lo Menos Pensado”.

Jueves de 21 a 23 hs por www.radiobarbarie.com.ar