domingo, 10 de junio de 2018

El día después de mañana (editorial sobre el 13J)



Líneas de fuga, de acá en más. Casi como destellos de lo que se viene gestando.
El miércoles 13 de junio se votará, puertas adentro del recinto de la cámara de Diputados de La Nación, el proyecto de ley para la legalización del aborto. Y eso marcará vidas. Pasadas y de las que vendrán. Decisiones. Allí se volverá sobre argumentos y demás cuestiones. Discursos elocuentes y aplausos. Indignaciones. Abucheos y tanto de lo demás.
Afuera se seguirá jugando desde otras lógicas. Las que se han sabido ir construyendo durante estos años, pero sobre todo meses. Intensos y poderosos. Se viene la vigilia. El cuidado. El artivismo de artivismos. Las rondas. Los mates. Los abrazos. Los pañuelos. En suma, el folklore de la construcción de los movimientos feministas populares.
Puertas adentro, entonces, tendrá su corolario un proceso que se edificó en las calles. En la lucha. Y en cada pañuelo atado al cuello, muñeca o mochila. Lo público y lo privado de nuestras vidas entrecruzándose, estallando. Política pública y experiencia vivida. Que sea ley, lo que atravesó -en la privacidad de los tabúes, pero haciéndose eco en las calles y aunando generaciones- nuestro camino. Cuerpos gestantes de todas las edades.
Mucho ya dicho, y mucho por decir en las próximas 48 horas.
Pero, ¿qué pasará el día después?
Cabe preguntarse cómo marcarán estos hechos a nuestra generación; pero sobre todo, y más todavía, cómo marcará a la de ellas. A esta generación de pibas que -pañuelo en mochila- se gestaron en esta lucha. Que van a haber experimentado un proceso de conquista de derechos con un puño en alto. Un proceso que tal vez las excede, y que por lo mismo las transciende, en ese grito arrollador y furioso en el que gritan por ellas, pero también gritan por las que no tuvieron voz. Incluso por aquellas que hoy no se sienten representadas por algo que dicen no ser. Microrresistencias que decidieron encarnar.
Pañuelo como símbolo. Verde como bandera. Mirada y gesto cómplice como contraseña.
¿Cómo será la vida de esta generación que va siendo así, sabiéndose poderosa y -mucho mejor aún- sabiendo que la utopía es algo más que el horizonte que nos mueve?
Tal vez no lo sepan todavía, pero el horizonte ya lo alcanzaron.  
Para muchxs, ellxs hoy son la utopía hecha cuerpa colectiva.
¿Cuál es el techo? Ya no hay techo. Porque lo dieron vuelta todo.
Porque se va a caer.
Se está cayendo.

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