Todo empezó con una
foto que vimos de alguien que se ponía la tapa de un vinilo delante de la cara
y completaba, con la cara que había en el vinilo y con su propio cuerpo, un
personaje.
Empezamos a hablar con un amigo de los discos, de las tapas de los discos, de qué discos escuchábamos y de cómo nos quedábamos mirando las tapas. Y dijimos - bueno, vamos a hacer algunas fotos…”.
Así, como quien abre una caja de pandora, el fotógrafo Pablo Garber comienza a contarnos acerca de su libro “Ponete un Disco”, que incluye fotografías y entrevistas a distinguidas personalidades de la cultura. Nació a la luz de la amistad y el recuerdo de los maravillosos años de su juventud.
Empezamos a hablar con un amigo de los discos, de las tapas de los discos, de qué discos escuchábamos y de cómo nos quedábamos mirando las tapas. Y dijimos - bueno, vamos a hacer algunas fotos…”.
Así, como quien abre una caja de pandora, el fotógrafo Pablo Garber comienza a contarnos acerca de su libro “Ponete un Disco”, que incluye fotografías y entrevistas a distinguidas personalidades de la cultura. Nació a la luz de la amistad y el recuerdo de los maravillosos años de su juventud.
A pesar de no poder ver a Pablo, que
está al otro lado del teléfono, adivinamos que en el rostro se le acaba de
dibujar una sonrisa.
Antes de tomar la primera foto, ¿ya estaba la idea de hacer un proyecto
con fotos de los discos?
Si, a partir de haber visto esta foto que te cuento, a mí se me ocurrió que había que ponerse la tapa de un vinilo que uno hubiera escuchado. Fuera una cara, fuera un elefante o fuera lo que fuera. Eso tenía que ocupar el lugar de la cara. Porque eso era lo que ocupaba el lugar de la cara cuando nosotros escuchábamos vinilos. Poníamos el vinil, agarrábamos la tapa, y nos poníamos la tapa adelante de la cara para leer las letras, ver quiénes eran los intérpretes o mirar los dibujos que traían esas tapas. A mí me parecía que el trabajo era ese, y no cambiar la cara de uno por la cara de la tapa del disco.
Y bueno, así fue que empecé a recorrer un poco mi pasado, pero a través de otros. A través de las personas que fui encontrando que les decía “¿cuál era el disco que más escuchabas y más mirabas la tapa?”.
Si, a partir de haber visto esta foto que te cuento, a mí se me ocurrió que había que ponerse la tapa de un vinilo que uno hubiera escuchado. Fuera una cara, fuera un elefante o fuera lo que fuera. Eso tenía que ocupar el lugar de la cara. Porque eso era lo que ocupaba el lugar de la cara cuando nosotros escuchábamos vinilos. Poníamos el vinil, agarrábamos la tapa, y nos poníamos la tapa adelante de la cara para leer las letras, ver quiénes eran los intérpretes o mirar los dibujos que traían esas tapas. A mí me parecía que el trabajo era ese, y no cambiar la cara de uno por la cara de la tapa del disco.
Y bueno, así fue que empecé a recorrer un poco mi pasado, pero a través de otros. A través de las personas que fui encontrando que les decía “¿cuál era el disco que más escuchabas y más mirabas la tapa?”.
¿Qué es distinto de un CD o un mp3 frente a un vinilo? ¿Qué es para vos
el vinilo además de verlo con tu ojo fotográfico? ¿Qué es lo que contiene un
vinilo además del disco en sí mismo?
Si pudiera decirse así, con dos o tres palabras, no sería tan interesante. Justamente tiene algo de mágico. El tema de poder tocarlo, el ritual que era colocarlo. Había que cuidarlo mucho para que no se raye, había que cuidar también el equipo en donde lo ponías. Era un ritual en el sentido de que tomabas el disco, lo tomabas con cuidado, lo colocabas en la bandeja, ponías con cuidado también la púa sobre el tema que querías escuchar. Si querías volver a escucharlo tenías que volver a tomar la púa con mucho cuidado para que no se raye. Y no sólo eso, ponías a funcionar el tocadiscos –o ponés, porque todavía se hace- y te sentabas a escuchar. No escuchabas música todo el día, como ahora. No te ibas a la pileta con los auriculares puestos. Para escuchar música había un momento del día en especial, o en la semana. Entonces cuando ponías música te sentabas a escuchar, y en todo caso a mirar la tapa. Cerrabas los ojos, o te reunías con amigos y se quedaban todos escuchando la música como si fuera un recital, más o menos. Era un momento muy especial, el de poner un disco. Por eso también el título, “Ponete un Disco”.
Si pudiera decirse así, con dos o tres palabras, no sería tan interesante. Justamente tiene algo de mágico. El tema de poder tocarlo, el ritual que era colocarlo. Había que cuidarlo mucho para que no se raye, había que cuidar también el equipo en donde lo ponías. Era un ritual en el sentido de que tomabas el disco, lo tomabas con cuidado, lo colocabas en la bandeja, ponías con cuidado también la púa sobre el tema que querías escuchar. Si querías volver a escucharlo tenías que volver a tomar la púa con mucho cuidado para que no se raye. Y no sólo eso, ponías a funcionar el tocadiscos –o ponés, porque todavía se hace- y te sentabas a escuchar. No escuchabas música todo el día, como ahora. No te ibas a la pileta con los auriculares puestos. Para escuchar música había un momento del día en especial, o en la semana. Entonces cuando ponías música te sentabas a escuchar, y en todo caso a mirar la tapa. Cerrabas los ojos, o te reunías con amigos y se quedaban todos escuchando la música como si fuera un recital, más o menos. Era un momento muy especial, el de poner un disco. Por eso también el título, “Ponete un Disco”.
Te escuchábamos hablar de lo místico y de ritual que tiene el vinilo. Pensaba en otra obra tuya: “Cosas que no
quieren morir”…
Ese es un trabajo, casi como la previa de “Ponete un Disco”. Consistió en fotografiar cosas que la gente guarda sin saber bien por qué. De hecho, los vinilos son algo que casi todos -incluso aunque no tengan tocadiscos, aunque no escuchen discos- guardan. Incluso antes de hacer este trabajo, tenía guardados mis vinilos sin saber qué hacer con ellos. Nunca me deshice de ellos. La mayoría de la gente hace lo mismo, en algún lado los tiene guardados. El trabajo anterior fue fotografiar esos objetos que la gente tiene guardados aunque no sirvan para nada, aunque no valgan nada… Ese es un trabajo que no se convirtió en libro, aunque hay un ejemplar único que en algún momento también voy a publicar.
Ese es un trabajo, casi como la previa de “Ponete un Disco”. Consistió en fotografiar cosas que la gente guarda sin saber bien por qué. De hecho, los vinilos son algo que casi todos -incluso aunque no tengan tocadiscos, aunque no escuchen discos- guardan. Incluso antes de hacer este trabajo, tenía guardados mis vinilos sin saber qué hacer con ellos. Nunca me deshice de ellos. La mayoría de la gente hace lo mismo, en algún lado los tiene guardados. El trabajo anterior fue fotografiar esos objetos que la gente tiene guardados aunque no sirvan para nada, aunque no valgan nada… Ese es un trabajo que no se convirtió en libro, aunque hay un ejemplar único que en algún momento también voy a publicar.
¿Cuál es tu disco, el disco que te ponés vos, el disco que te representa?
Me ha costado mucho decidirlo, pasé por varios. Uno iba a ser “Wish you
were here”. En otro momento iba a ser uno de Pedro y Pablo. Finalmente me
decidí por el disco “Candiles” de Aquelarre; porque representaba tal vez mi
primer encuentro con los vinilos. Yo trabajé en la empresa Trova ensobrando
discos, entonces me encontraba todos los días con discos nuevos, con tapas
nuevas, sin saber bien cuál era su contenido. No tenía ninguna posibilidad de
saber cómo sonaban esos discos, salvo que me los llevara a mi casa después del
trabajo.
En alguna nota describiste ese trabajo como “totalmente aburrido”, me
imagino que por esa incertidumbre de tener los discos pero no poder
escucharlos, ¿tiene que ver con eso?
Claro. De hecho ni siquiera podía ver el vinilo porque los sacaba de una
caja y estaban ya ensobrados en un papel manteca, un papel vegetal. Y dentro de
ese papel vegetal, había que volver a ponerlo adentro del sobre de cartón con
la tapa. No era totalmente aburrido porque todas las tapas eran interesantes,
traían fotos, traían dibujos. Era divertido eso. Pero es cierto que no podías
saber cómo sonaba ese disco. Y era un poco mecánico, reiterativo, repetitivo.
Agarrar un disco, otro disco, otro disco… siempre el mismo, obviamente, y
ponerlo dentro de sus tapas. Montañas y montañas. Recuerdo que eran cajas de cincuenta discos, de repente me decían “tomá, tenés doscientos para ensobrar”.
“Ponete un Disco” es un libro de fotografía, pero que también incluye entrevistas; y quienes participan de esas fotos son personajes reconocidos del quehacer cultural, músicos, periodistas, coleccionistas, dueños de disquerías, etc...
“Ponete un Disco” es un libro de fotografía, pero que también incluye entrevistas; y quienes participan de esas fotos son personajes reconocidos del quehacer cultural, músicos, periodistas, coleccionistas, dueños de disquerías, etc...
Si, al principio, los que participaban eran mis amigos. Después, cuando ya
se dio la posibilidad de mostrarlo, hubo una gran muestra “200 años de la
música en Argentina”, en la Casa del Bicentenario. Ahí fue donde por primera
vez lo mostré, tenía como una docena de fotos y pude mostrar algunas. Ahí
entonces me di cuenta de que la gente se entusiasmaba, se enganchaba. Y fue
cuando comencé a contactar a otras personas más allá de mis conocidos. Cuando
ya vi la posibilidad de que podía efectivamente hacer un libro, empecé a
agrandar más el proyecto, me dije “acá tienen que estar no sólo los músicos,
también tienen que estar los que eran dj's en aquella época, los que vendían discos,
los que producían discos, los diseñadores de las tapas, los periodistas de la
radio que pasaban discos”.
La verdad, en esa época uno tenía una decena de discos, y después el
resto de música que escuchaba era la que pasaba un programa por la radio a la
una de la madrugada. Si no, tenías tango todo el día u otra cosa. Pero si querías
escuchar algo, digamos, más rockero, tenías que esperar al programa de la
noche, y había uno o dos programas.
Entonces empecé a buscar y a encontrar a toda la gente que conformaba ese universo, a tener en la cabeza la idea de que quería entrevistarlos. Cuando digo “tener en la cabeza” quiero decir que de repente pensaba en algún personaje y por alguna razón se me aparecía. Un día me lo encontré a Lalo Mir por la calle y le dije “¡Ey! ¡Vos tenés que estar en mi libro!” y le gustó la idea, me invitó a la radio, en medio de su programa lo entrevisté, y después arreglamos para ir a hacer las fotos.
Entonces empecé a buscar y a encontrar a toda la gente que conformaba ese universo, a tener en la cabeza la idea de que quería entrevistarlos. Cuando digo “tener en la cabeza” quiero decir que de repente pensaba en algún personaje y por alguna razón se me aparecía. Un día me lo encontré a Lalo Mir por la calle y le dije “¡Ey! ¡Vos tenés que estar en mi libro!” y le gustó la idea, me invitó a la radio, en medio de su programa lo entrevisté, y después arreglamos para ir a hacer las fotos.
A varios los fui a buscar; a muchos no los encontré. Por ejemplo, todavía estoy queriendo entrevistar a León Gieco, y me está costando muchísimo. Pero pude entrevistar a Lito Nebbia, a Nito Mestre, a Lito Vitale que estaba ocupadísimo pero por suerte me dio diez minutos por lo menos para hacerle una entrevista y sacarle una foto. Pero hubo gente a la que todavía no pude encontrar. Digo “todavía” porque el proyecto, a pesar de que el libro ya salió, lo sigo haciendo; porque hay infinitos discos, y no fotografié todos.
Respecto de las
elecciones… ¿Cuando veías a la persona, le veías el perfil de disco que iba a
elegir? ¿Te sorprendió alguna elección puntual?
Por lo general me sorprendieron los que eligieron discos
infantiles, o los de música en libertad y ese tipo de cosas. No los deseché
porque son parte de la época. Me pareció interesante también que junto con Deep
Purple apareciera Piluso; o Gaby, Fofó y Miliki. Hay una mezcla donde aparece
algún tango, algo de jazz. Pero en realidad todo eso fueron elecciones de otro,
yo no imponía. Ahora sí, el trabajo estoy continuándolo con discos que no
aparecieron todavía, que no fotografié y que quiero que estén en esta serie.
Pero mientras hice el libro fueron todos elegidos por las personas con las que
me encontré.
En el año 2012 hubo una muestra en el
Centro Cultural Recoleta ¿Ya en esta muestra las fotos son las mismas que están
en el libro, es la misma cantidad?
No, la muestra del Centro Cultural
Recoleta fue menor. No recuerdo la cantidad exacta, fueron unas treinta fotos, y en
el libro hay cien.
¿Hubo alguna una muestra en donde
estuvieran exhibidas todas las fotos de
“Ponete un Disco”?
No, nunca mostré todas las fotos
juntas, no tuve la oportunidad. Ahora hay una muestra que se llama “Pasión”
dando vueltas por Europa, donde hay artistas de todo el mundo que trabajaron
con algo que tenga que ver con la pasión y la cuestión de “ser un fan”. Ahí me
invitaron y participé con unas diez fotos mías, entre 150 trabajos entre los que
hay esculturas, hay de todo.Pero no estoy con ganas de hacer una exposición,
porque en realidad el libro me parece que completa el trabajo que originalmente
me propuse. Esta posibilidad de ir recorriendo página por página, irse
encontrando con los comentarios y los recuerdos de estas personas que nombramos
recién. Está Rodolfo García, el baterista de Almendra, Rodolfo González, que
fue el fundador del Centro Cultural del Disco, Miguel Grinberg, un historiador
del rock impresionante, un prócer del rock.
¿Dónde se puede conseguir el libro “Ponete un Disco”?
El libro ahora puede haber quedado en alguna librería, pero en realidad
está agotado. Lo más probable es que lo consigan en las disquerías “Notorius” y
“Miles Discos” (Palermo). Y si no en Facebook entran a la página de “Ponete un
Disco”, donde pueden contactarse por mensaje y se puede mandar el libro a
domicilio.
Entrevista realizada para el programa radial
"Lo Menos Pensado"
(Lunes de 21 a 24 hs. por www.radiobarbarie.com.ar)
Entrevistan Facundo Di Cuollo, Macarena Sanchez Volpe
y Paula Daporta.
La entrevista completa puede escucharse en http://ar.ivoox.com/es/entrevista-a-pablo-garber-audios-mp3_rf_11252527_1.html
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